En Custodia compartida, Cris y Diego, se acaban de separar. Ninguno de los dos puede permitirse el lujo de vivir solo y cuidar de su hija Cloe, de cinco años, por lo que ambos se ven obligados a regresar a la casa de sus padres. Los abuelos están encantados de que sus hijos, y especialmente su nieta, vuelvan a sus vidas con más regularidad, pero las cosas se deterioran rápidamente a medida que las vidas que alguna vez estuvieron divididas se entrelazan nuevamente y lo que comenzó como una separación mutua y respetuosa se vuelve feo.
